“En Cartagena hay un patrón histórico de segregación social, espacial y de desigualdad” Orlando Deavila Pertuz

Ubicado en las orillas del caño Juan Angola se encuentra San Pedro y Libertad, un asentamiento popular fundado a principios de la década del 50 a solo diez minutos del Centro Histórico de Cartagena.   

Allí, el historiador cartagenero, Orlando Deavila Pertúz y la antropóloga estadounidense, Jameelah Morris, han iniciado un proyecto para reconstruir la memoria oral y documental de este territorio anfibio, que pasó de ser un pequeño tugurio de rudimentarias casas de madera, a convertirse en el hogar centenares de familias.

La historia de los liderazgos comunitarios protagonizados entre otros, por la lideresa Calixta Pacheco, los procesos organizativos para la defensa de los derechos colectivos y la activa participación de las mujeres en la historia del territorio, son algunos de los aspectos claves que hacen parte de la investigación adelantada a través del Instituto Internacional de Estudios del Caribe de la Universidad de Cartagena y Stanford University.

Para conocer todos los detalles sobre este proyecto y otros aspectos claves al rededor de la configuración urbana de la Cartagena del siglo XX y del siglo XXI, entrevistamos al Ph.D. en Historia de América Latina e Investigador del Instituto Internacional de Estudios del Caribe de la Universidad de Cartagena, Orlando Deavila Pertuz.

¿Por qué escogieron al barrio San Pedro y Libertad como el escenario para desarrollar este proyecto de investigación?

En primera medida debo decir que mis estudios han estado orientados a indagar sobre la historia del desarrollo turístico y sus impactos sobre la edificación de ciudades como Cartagena. Así mismo, hago un esfuerzo por integrar a lo anterior, un abordaje sobre la formación de la raza y la etnicidad en la Colombia moderna, y por otro lado el trabajo de Jameelah, quien es doctoranda en antropología de la Universidad de Stanford, está muy relacionado con el despojo de tierras, la memoria histórica, las articulaciones de la negritud y la movilización política negra en América Latina, así que cuando ella me comentó sobre la posibilidad de realizar un proyecto de investigación a través de una modesta subvención que había recibido, nos encontramos en nuestras búsquedas preliminares con una serie de gestas importantes que se realizaron en este barrio del extramuro cartagenero, en el que tuvo un papel fundamental la lideresa Calixta Pacheco, quien además de ser una de las fundadoras de San Pedro y Libertad, tuvo una carrera política notable, pues se convirtió en la primera mujer del Directorio Departamental del Partido Liberal de su época. Así que todos estos elementos alrededor de una comunidad sobre la cual se ha escrito poco, nos convencieron de la necesidad de aportar un insumo que sirva como referente para la reconstrucción de la memoria histórica de este sector.

¿Hasta el momento qué es lo que saben sobre San Pedro y Libertad?

Lo que se sabe de este asentamiento informal de los años 50, es que fue creado por familias empobrecidas de los barrios vecinos, quienes rellenaron los terrenos pantanosos y allí alzaron sus casas de madera. En términos del desarrollo de la comunidad con relación a los servicios públicos, el papel de Calixta Pacheco y de otras lideresas de la comunidad, fue determinante. En nuestro primer encuentro con algunas de las mayoras de San Pedro y Libertad, ellas nos contaban sobre las complejas condiciones  en las que vivían, sobre todo cuando las precipitaciones o el mar Caribe que se encuentra justo en frente, alteraban el nivel del caño Juan Angola, generando inundaciones y otras afectaciones. Así mismo nos contaban como a través de la autogestión pudieron integrar poco a poco al barrio al circuito de los servicios públicos básicos. Fue así como tendieron su propio cableado e instalaron sus postes de madera a través de los cuales recibían la electricidad. Más adelante, gracias a la gestión de Pacheco, y probablemente de otros liderazgos, lograron organizarse para satisfacer provisionalmente la necesidad del agua a través de la construcción de tanques elevados en articulación con la Alcaldía de Cartagena. En la actualidad lo que más sorprende es que, aunque este barrio cuenta con los servicios básicos y tiene la mayoría de sus calles pavimentadas, aún las familias no tienen la titulación legal de las casas que ocupan. Al día de hoy el único soporte legal que tienen son las minutas que se hicieron en los inicios del barrio. Así que digamos que a pesar de los avances, todavía la lucha del territorio continúa.

¿Cree que esta investigación puede ser útil para que los nuevos liderazgos tomen las riendas de  la defensa del territorio?

En principio esperamos que esta contribución no sea exclusivamente para la producción de un nuevo conocimiento que es en sí mismo muy importante, sino que queremos que ese conocimiento sea divulgado y llegue directamente a las personas que más lo necesitan. Y lo que hemos estado pensando es que a partir de los hallazgos, a partir de esos registros orales y documentales, podamos crear una unidad didáctica para que los docentes de las escuelas públicas del sector como Juan José de la Vega, puedan enseñar esta historia a las nuevas generaciones. Esto es importante y fundamental para que haya un proceso que pueda fortalecer el sentido de pertenencia de las y los jóvenes hacia su barrio, y allí es fundamental la historia que yace fragmentada en la memoria de las personas mayores. Particularmente uno de los llamados que hacen las personas mayores, entre ellas, Soledad Caballero Pacheco, hija de Calixta, es que, ya las generaciones previas dieron su lucha y han llevado el barrio a un punto en el que han satisfecho muchísimas necesidades, pero quedan tareas pendientes. Por eso es importante que los jóvenes se apropien y asuman el compromiso para luchar por las nuevas demandas de la comunidad.

¿Esta experiencia puede replicarse en otros barrios de la ciudad?

Si, por supuesto que esta experiencia puede replicarse. De hecho, esto lo hemos pensado como un proyecto piloto para iniciativas que puedan surgir más adelante. Yo creo que todos los barrios de la ciudad tienen una historia para contar. Todos tienen una memoria oral y probablemente una memoria documental que se encuentra allí, fragmentada. La historia de San Pedro y Libertad no es exclusiva del barrio, es una historia que puede identificar a diferentes sectores de la ciudad. Esperamos que más adelante podamos replicar esta experiencia en otros sectores de Cartagena.

¿Cómo se explican las evidentes muestras de desigualdad que contrastan en esta área donde los proyectos urbanísticos se han expandido en años recientes?

Efectivamente una de las circunstancias que se evidencian en la actualidad, es que dada su ubicación estratégica frente al centro de la ciudad, este sector puede llegar a convertirse en objetivo turístico. Aunque esta expansión de proyectos no ha llegado a San Pedro directamente, sabemos que este y otros sectores como Torices han sido clasificados por el Plan de Ordenamiento Territorial como una zona de renovación urbana y esa recodificación del POT, permite que en el futuro esta zona pueda verse afectada. Es decir, inversionistas nacionales y extranjeros están impulsando proyectos inmobiliarios alrededor de San Pedro y Libertad, y en este momento la comunidad, por falta de gestión del Distrito, no cuenta con la titulación legal de los predios. Yo personalmente creo que esto en sí mismo, es fruto de la desigualdad.

¿Además de la negligencia del distrito frente a la escrituración de los predios en San Pedro y Libertad, puede ser esto una prueba de la exclusión o discriminación racial?

Todavía no entendemos hasta qué punto lo racial, específicamente la segregación racial incide en las políticas espaciales. Yo sospecho que sí, y precisamente mi investigación se pregunta por los impactos de ese sistema socio racial en la reconfiguración urbana de Cartagena durante la segunda mitad del siglo XX. Como ya lo he dicho antes este barrio hace parte de los sectores populares, periféricos y por demás racializados, y esto no es coincidencia. Esto se corresponde con un patrón histórico de exclusión, de segregación social, espacial y de desigualdad. Entonces yo creo que el racismo no queda por fuera a la hora de establecer los elementos que necesitamos para comprender la realidad, pero entender esto amerita una investigación de fondo. Hay que elaborar bien esa investigación.

¿Cree usted que las narrativas negativas que han sido configuradas desde los medios de comunicación sobre este y otros barrios con características similares, afecta las subjetividades que allí habitan?

En mi investigación “Narrativas históricas (Construyendo sospechas: Imaginarios del miedo, segregación urbana y exclusión social en Cartagena 1956-1971)”, lo que procuro demostrar es de qué manera los medios de comunicación se convirtieron en partícipes del proceso de erradicación del barrio Chambacú. Y esto, como quedó demostrado, lo hicieron a través de la construcción de una serie de representaciones sobre los habitantes del sector, en donde estos era representados como indigentes, criminales en potencia, como personas disociadas, etcétera. Entonces, digamos que los medios de comunicación de alguna manera abonan el camino que permite o legitima la acción por parte de las autoridades o del sector privado. No puedo asegurar que lo que ha pasado con San Pedro y Libertad corresponde exactamente a lo ocurrido con Chambacú, porque habría que estudiar caso por caso, pero lo que está claro y esto ya ha sido demostrado, es que las acciones de intervención pública sobre el espacio necesitan ser legitimadas y en este sentido los medios de comunicación son imprescindibles

Orlando Deavila Pertuz. Foto extraída de redes sociales.

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