Tres gatos, 16 libros publicados, un colchón en el piso y una computadora sin monitor podrían parecer el resumen de los 76 años de vida del escritor cubano Ismael Lorenzo, 42 de ellos en Estados Unidos.
Eso es todo lo que tiene ahora Lorenzo en un pequeño cuarto de Hialeah por el que paga $1,100, después de ser desalojado de su anterior vivienda hace una semana.
“Me engañaron”, dice Lorenzo, en medio del polvo y el ruido de la construcción en el efficiency que consiguió luego de una carrera desenfrenada para no quedarse sin techo en Miami, donde el promedio de los alquileres de un cuarto está en más de 2 000 dólares y él solo recibe 900 de retiro.
Lorenzo se había mudado en septiembre para un apartamento de un cuarto, mucho más espacioso que el de ahora, en la parte trasera de un dúplex, en Biscayne Park, al norte de Miami, desde donde podía caminar a la avenida para tomar el transporte público, una de las pocas cosas que es gratis para los adultos mayores.
Pagó entonces $3 300, por el primer mes, el depósito de seguridad y el último mes, solo que nadie le dijo cuando firmó el contrato de arrendamiento que la propiedad en el 1257 NE 110 Terrace estaba en foreclosure.
A pesar de que el baño estaba constantemente tupido, y que cuando llovía caían goteras en la sala y el cuarto, Lorenzo pagó el alquiler a tiempo todos los meses.
El último pago de 1 100 dólares fue el 15 de enero, con un cheque a nombre de la propietaria, Irlande Joseph, a través de un intermediario, que tampoco le dijo que el juicio hipotecario ya estaba muy avanzado en la corte.
El 21 de enero llegó una notificación de la corte de que la propiedad iba ser reposeída y que lo iban a desalojar. Unos días después irrumpieron en el apartamento sin avisarle.
“A mi edad, no había vivido un momento tan terrible”, dice Lorenzo, que estaba trabajando en la computadora en su programa de radio digital cuando llegaron dos policías, abrieron con una llave y se pararon en la puerta de su cuarto.
“Me tiraron las cosas para afuera. Estoy un poco desorientado”, dice.
En el apuro para salvar algunas de sus pertenencias y proteger a sus gatos, perdió su teléfono, con los contactos que le sirven para organizar sus programas y llevar adelante su espacio cultural, Creatividad Internacional, donde publica sobre literatura y cine. También se le rompió el monitor de su computadora Mac, que le permite seguir escribiendo sus libros y complementar en algo sus ingresos mensuales.
Cuando lo expulsaron de su apartamento en Biscayne Park, Lorenzo tuvo que dejar uno de los dos colchones que ponía doble para llegar a la altura necesaria para sentarse con comodidad. “Para levantarme es de madre, ya a cierta edad no se tiene la misma agilidad y tengo un poco de artritis”, dijo Lorenzo, que tuvo que hacer malabares para conseguir el dinero para el fondo para mudarse al nuevo apartamento.
Del dúplex de Biscayne Park le deben todavía el depósito y el último mes de alquiler. El Nuevo Herald trató de comunicarse con la propietaria, Irlande Joseph, con quien Lorenzo hizo el contrato de arrendamiento, y el teléfono que aparece en los récords público está desconectado.
El proceso de juicio hipotecario contra Joseph fue emprendido por el banco HSBC Bank USA como fideicomisario de Rennaisance Home Equity Loan, y venía caminando desde el 2015, según documentos de la corte civil y de familia de Miami-Dade.
Después de un hiato, los juicios hipotecarios se reiniciaron el año pasado, y en enero alcanzaron la cifra más alta desde el comienzo de pandemia de la covid-19 en el 2020. “Estoy casi en la calle”, dijo Lorenzo, que este año le aumentaron la pensión $40 y le rebajaron la misma cantidad en los cupones de alimentos.
“Estaba cogiendo $160 y ahora en este mes cojo $119”, detalló Lorenzo, que se decidió a contar su caso públicamente porque es la “situación que están viviendo muchos en Miami, especialmente los adultos mayores que tienen ingresos limitados”.
Antes de Biscayne Park el escritor tuvo que mudarse a la carrera en agosto del apartamento en que vivía hacía varios años en North Miami porque 12 edificios que ocupaban toda una manzana fueron vendidos a un urbanizador para construir un nuevo proyecto.
El alquiler en Miami subió un 34 por ciento desde el año 2020, y la situación de la vivienda asequible se ha convertido en un problema grave, al punto que hay familias que están pagando $1 100 por un espacio de 250 pies cuadrados en Liberty City.
Recientemente, vecinos de un complejo de apartamentos de Hialeah, en el 1501 W 42 St, organizaron una protesta porque los nuevos propietarios, la empresa inmobiliaria Eco Stone Group, planea subir el alquiler mensual en $650 de una vez.
La Comisión de la ciudad de Miami Beach aprobó a principios de febrero una ley que los propietarios tienen que avisar a los inquilinos de un aumento en el alquiler con 60 días de antelación.
Los precios de los efficiencies también se han disparado. En el 2018 el Nuevo Herald publicó un artículo sobre esas habitaciones tipo studio que durante un tiempo fueron una tabla de salvación para quienes llegaban a la ciudad.
Entonces costaban alrededor de $800 y ya eran considerados caros por los residentes de Miami, que no ganan salarios altos. Hoy es una suerte encontrar alguno por menos de $1 000.
Lorenzo, ganador de la prestigiosa beca CINTAS a mediados de los 1980, se mantiene lleno de energías para seguir escribiendo. El ex profesor, que enseñó español en California y Nueva Orleans antes de retirarse, habla de sus gatos. Felipito, que ya tiene 15 años, le inspiró dos libros, Soy Felipito y Felipito busca novia. “Ellos ahora están meditando en la cama”, dice optimista, mientras espera a un amigo que le ha prometido una plataforma para subir el colchón.
Lorenzo ha tenido tres ataques al corazón, el primero a los 52 años; es diabético y asmático, pero no pierde el sentido del humor.
“El comandante Hugo Chávez me salvó la vida”, dice, mientras del otro lado del teléfono esta periodista se queda en suspenso.
Resulta que el escritor se casó con una venezolana y se fue a vivir a su país, hasta que vio el peligro que representaba el chavismo y decidió venir para Miami.
Unos días después de volver, saliendo del Publix, le dieron los primeros síntomas del ataque al corazón, y llamó a un amigo, el fotógrafo Carlos Licea, y al 911. “Lo único que funciona bien en Miami”, dice sobre el servicio de emergencias.
Lorenzo tendrá solo unas cuantas bolsas de nylon y un colchón en el suelo, pero la vida de un escritor no se resume en sus pertenencias. El sentido del humor y de la crítica los conserva intactos. “Sata siempre está conmigo”, dice maldito. Sí, se refiere a Satanás, y como ya está bromeando, se va pasando la tristeza de verlo frágil y solo en espera de que su hija, también venezolana, pueda emigrar de Grecia.
(Tomado de El Nuevo Herald)
Petitot préfet. Lire la suite
Votre arabophobie et vos changements incessants de pseudos pour pouvoir poster vos commentaires s Lire la suite
Je suis frappée par le peu d'enthousiasme que manifestent les media martiniquais (en général, si Lire la suite
Cette situation n'est absolument pas étonnante :au delà de cet exemple pris en France, il ne faut Lire la suite
En deux occasions, j'ai eu un sentiment ressemblant, mais heureusement de façon fugace. Lire la suite